Interés compuesto: El futuro no se adivina. Se construye, mes a mes
Pocas ideas son tan citadas y tan poco entendidas como el interés compuesto. A menudo se le presenta como una especie de pócima financiera capaz de resolverlo todo con solo esperar. Pero su valor real no está en la mística, sino en la lógica: una ecuación sencilla donde el tiempo, la constancia y la reinversión hacen todo el trabajo. No es magia. Es pura matemática… bien aplicada.
Y sin embargo, esa lógica rara vez se traduce en acción. Porque cuando el día a día aprieta, cuando el sueldo apenas alcanza, o cuando los plazos parecen lejanos, la idea de ahorrar se ve como un privilegio ajeno. “Ya es tarde”, “eso es para otros”, “con suerte llego a fin de mes”. Frases comunes, comprensibles… pero que postergan decisiones importantes.
Lo que suele pasarse por alto es que no se trata de cuánto se gana hoy, sino de cuánto tiempo se le da a las decisiones para madurar. A veces, empezar con poco a tiempo puede ser más efectivo que empezar con mucho… pero tarde.
En este nuevo artículo exploramos, con números concretos y ejemplos reales, qué significa realmente prepararse para la jubilación. No partimos desde la renta actual ni desde proyecciones agresivas, sino desde una pregunta más honesta: ¿cuánto quiero recibir al mes cuando deje de trabajar?
A partir de esa meta, se calcula cuánto ahorro voluntario se requeriría (dependiendo de la edad y la rentabilidad esperada) para construir un plan viable. Y lo hacemos con un enfoque que no pretende impresionar, sino ayudar a pensar con más claridad.
📊 Al final del artículo se incluye una calculadora interactiva que permite simular un plan de jubilación partiendo desde la meta mensual deseada, la edad actual y la rentabilidad esperada. Porque en la práctica, es ese flujo mensual (más que el total acumulado) lo que define la tranquilidad financiera.
Interés compuesto: El futuro no se adivina. Se construye, mes a mes Leer más ”