Ilustración vectorial de Donald Trump tirando de una cuerda contra un símbolo de porcentaje, representando la presión política para recortar las tasas de interés en EE.UU.

Entre recortes, aranceles y tecnología: ¿en qué mundo estamos invirtiendo?

Imagínate que estás en una sala de control, frente a múltiples pantallas que muestran indicadores del mundo económico: empleo, tasas de interés, déficit fiscal, inteligencia artificial, tecnología. Algunas luces parpadean, otras se mantienen estables, y unas pocas generan alarmas. ¿Qué hacer? ¿Cambiar de rumbo? ¿Esperar? ¿Apostar por el futuro?

Invertir, en esencia, es una decisión sobre el mundo que viene. Y para tomar decisiones con sentido, vale la pena mirar con calma qué está pasando. Aquí va una lectura de las señales que dejó el día de hoy.

Una economía que se niega a caer

Ilustración minimalista de una figura humana saltando en un trampolín al borde de un precipicio, mientras una roca cae al vacío, representando la resiliencia de la economía frente a pronósticos de recesión.

¿Te ha pasado que esperas que algo falle, pero simplemente no ocurre? Eso parece estar pasando con la economía de EE.UU. Muchos analistas llevan meses anticipando una recesión, pero el mercado laboral sigue dando señales de fortaleza. En mayo se crearon 139.000 empleos, un número que, sin ser espectacular, refleja una economía que aún resiste.

Para nosotros, como inversionistas de largo plazo, este tipo de cifras importa más que los titulares del día. Cuando hay empleo, hay ingresos. Y cuando hay ingresos, hay consumo. Esa cadena mantiene vivas a muchas empresas en las que invertimos directa o indirectamente, ya sea a través de acciones, fondos o incluso nuestra AFP.

Pero esto también genera una disyuntiva: si la economía está tan firme, ¿realmente es necesario que bajen las tasas? La Reserva Federal podría verse obligada a mantenerlas altas por más tiempo, sobre todo si los salarios suben y presionan la inflación. En ese caso, el financiamiento seguirá caro, lo que afecta desde hipotecas hasta inversiones en crecimiento.

Este tipo de resiliencia recuerda una de las ideas centrales de Howard Marks: lo importante no es predecir el futuro, sino prepararse para diferentes escenarios. Y hoy, uno posible es una economía que no se enfría tan rápido como se esperaba, lo cual no es necesariamente malo… salvo para quienes apostaban a que todo se iba a derrumbar.

Tal vez la mejor inversión, por ahora, no sea adelantarse a una crisis que no llega, sino adaptarse a una normalidad que persiste.

¿Un recorte de tasas… sin recesión?

Imagina que vas al médico sin síntomas, pero alguien insiste en que te receten antibióticos. Algo así es lo que está ocurriendo con la economía de EE.UU., donde Donald Trump ha solicitado a la Reserva Federal un recorte de tasas de interés de un punto completo.

Esta petición, que puede sonar anecdótica, reabre un debate serio: ¿cuál es el rol real de un banco central? ¿Debe actuar con independencia técnica o ceder ante presiones políticas? Para inversionistas que apuestan a largo plazo, este tipo de tensiones no es trivial. Una decisión apurada de bajar tasas podría inflar activos financieros sin base real, generando burbujas o distorsiones en las valoraciones.

En teoría, tasas más bajas estimulan el crédito, el consumo y la inversión. Pero también pueden recalentar sectores ya sobrevalorados, como el inmobiliario o el tecnológico. Además, un recorte sin recesión como contexto podría enviar una señal errónea al mercado: que la Fed está dispuesta a ceder, incluso si los fundamentos no lo justifican.

Desde una perspectiva chilena, esto importa más de lo que parece. Tasas más bajas en EE.UU. tienden a depreciar el dólar, fortalecer monedas emergentes y atraer flujos hacia mercados como el chileno. También afectan decisiones de política monetaria del Banco Central de Chile, que muchas veces actúa con el escenario global en mente.

Peter Lynch decía que “más dinero se ha perdido anticipando recesiones que en las recesiones mismas”. Tal vez sea buen momento para recordar esa frase… y no construir una estrategia de inversión en torno a lo que quiere un candidato, sino a lo que muestra la realidad.

¿Y tú? ¿Armarías tu portafolio hoy apostando a una política que todavía no ocurre, o prefieres mantenerte fiel a los fundamentos?

Aranceles: la medicina amarga que vuelve a la receta

Ilustración vectorial de un empresario caminando sobre una flecha descendente que nace desde una barrera de aranceles, simbolizando el equilibrio fiscal frente al riesgo económico e inflacionario.

Supongamos que estás tratando de ahorrar y alguien te propone una solución drástica: dejar de gastar en cosas esenciales para equilibrar tu presupuesto. Algo similar está proponiendo la Oficina de Presupuesto del Congreso de EE.UU., al plantear que los aranceles —sí, esos impuestos a productos importados— podrían ser una herramienta útil para reducir el déficit fiscal.

La idea tiene lógica contable: al encarecer productos importados, se desincentiva su consumo, se promueve la producción local y, además, se recauda más. Pero para el mundo real —y para los inversionistas—, la historia no es tan simple.

Los aranceles pueden ser efectivos a corto plazo para aumentar ingresos fiscales, pero tienen costos. Aumentan los precios al consumidor (inflación), reducen márgenes de empresas importadoras, tensan relaciones comerciales y, en última instancia, pueden desacelerar el crecimiento económico. Para países abiertos como Chile, también significan menor demanda por nuestras exportaciones y mayor volatilidad en los mercados globales.

¿Qué tiene que ver esto con nuestras decisiones de inversión? Mucho. Si los aranceles vuelven al centro de la política económica global, podríamos ver ajustes en empresas expuestas al comercio internacional, en cadenas de suministro y en sectores que dependen de precios estables para operar (como el retail o la manufactura). Además, una presión inflacionaria externa podría condicionar la política monetaria local.

Benjamin Graham insistía en que el inversor inteligente debe enfocarse más en el riesgo que en el retorno. Y en este caso, el riesgo es que una política pensada para ordenar las cuentas termine desordenando el tablero global.

Como toda medicina amarga, los aranceles pueden ayudar… pero también pueden dejar secuelas si se usan sin un buen diagnóstico de fondo.

Broadcom: la tecnología también respira

Ilustración vectorial de un ejecutivo corriendo sobre un chip tecnológico con una flecha descendente, simbolizando la pausa en el auge de la inteligencia artificial tras los resultados de Broadcom.

¿Has visto cómo incluso los mejores atletas necesitan parar para tomar aire? En el mundo de la tecnología, Broadcom acaba de hacer exactamente eso. Tras entregar sus resultados trimestrales, la acción cayó, a pesar de estar bien posicionada en la cadena de valor de la inteligencia artificial. ¿Qué pasó?

La compañía, clave en la fabricación de chips y componentes esenciales para centros de datos, no alcanzó las expectativas del mercado. Y eso bastó para que muchos inversionistas apretaran el botón de vender. En un contexto donde la narrativa dominante ha sido el boom de la IA, cualquier señal de desaceleración o ajuste basta para hacer tambalear la confianza.

Pero esta pausa no necesariamente es mala. Peter Lynch solía decir que una buena empresa puede tener malos trimestres. Lo importante es distinguir entre un tropezón y un cambio de tendencia estructural. En este caso, Broadcom sigue siendo una de las pocas firmas con exposición real y rentable a la infraestructura de IA.

Desde el punto de vista macro, esto también refleja una maduración en la historia de la inteligencia artificial: después del entusiasmo inicial, viene la etapa de ajustes. Las proyecciones se moderan, los presupuestos se aterrizan y las empresas comienzan a rendir cuentas con resultados, no solo con promesas.

Para inversionistas chilenos interesados en tecnología global, esta es una oportunidad de revisar sus carteras: ¿estamos sobreexpuestos a una narrativa que podría estar entrando en una fase más mesurada? ¿Estamos pagando caro por expectativas que aún no se materializan?

Hasta la mejor tecnología necesita pausas. La pregunta es: ¿vemos una señal de debilidad o simplemente a una atleta respirando antes de la próxima carrera?

Docusign y el costo de reinventarse

En la vida, reinventarse nunca es gratis. Cambiar de rumbo, aprender algo nuevo o apostar por una mejora profunda implica asumir incomodidades temporales. Lo mismo le está ocurriendo a Docusign. Esta semana, su acción cayó con fuerza tras anunciar una baja en sus proyecciones de ingresos. ¿La razón? Están migrando su plataforma hacia una arquitectura basada en inteligencia artificial.

A primera vista, esto puede parecer contradictorio. ¿No se supone que invertir en IA es positivo? Lo es… pero como todo proceso de transformación, implica invertir antes de cosechar. Y durante ese tránsito, las métricas que los mercados observan —como crecimiento, márgenes o facturación— pueden verse afectadas.

Para inversionistas de largo plazo, esto abre una reflexión más profunda: ¿valoramos suficientemente el coraje de una empresa para adaptarse antes de volverse irrelevante? Porque lo fácil sería seguir exprimiendo el modelo viejo. Pero los que piensan a 5 o 10 años saben que lo que hoy parece una caída, puede ser mañana una ventaja competitiva consolidada.

Desde la óptica chilena, también es una lección aplicable: muchas compañías locales están comenzando sus propios procesos de digitalización, automatización o adopción de IA. Y eso puede implicar curvas de aprendizaje similares, con costos visibles a corto plazo, pero retornos invisibles que solo se verán con paciencia.

Invirtiendo, como en la vida, a veces hay que asumir retrocesos momentáneos para avanzar de verdad.

¿Y ahora qué?

Esta semana dejó claro que el mundo no se mueve en línea recta. Hay señales de fortaleza, como el empleo en EE.UU., pero también presiones contradictorias: llamados políticos a recortar tasas, propuestas fiscales arriesgadas, ajustes tecnológicos que golpean valoraciones, e innovaciones que, por muy prometedoras que sean, requieren tiempo para madurar.

Para quienes estamos construyendo una mentalidad de inversionista, la lección es clara: no se trata de reaccionar a cada noticia, sino de entender el contexto y ajustar el enfoque. A veces, eso significa tener la humildad de esperar, otras veces, el coraje de mantener una posición cuando el mercado duda.

Como dijo una vez Howard Marks: “El riesgo no es la volatilidad. El verdadero riesgo es no saber lo que estás haciendo.” Y para reducir ese riesgo, conviene seguir aprendiendo, observando y tomando decisiones con criterio, no con pánico ni euforia.

Esta semana no nos dio certezas, pero sí pistas. Y en el largo plazo, las pistas bien interpretadas valen más que las predicciones audaces.

Nada de lo escrito aquí constituye asesoría de inversión. Haz tu tarea, duda de los consejos gratuitos y piensa a largo plazo.

No te pierdas el próximo.
Suscríbete y recibe contenido útil y directo en tu correo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *