La nueva frontera del Real Estate: cómo invertir más allá del ladrillo

Durante años, invertir en bienes raíces fue casi sinónimo de comprar un departamento. Era tangible, seguro, sencillo de explicar. Una propiedad arrendada prometía ingresos estables y plusvalía. Pero como suele pasar en finanzas, cuando lo evidente se masifica, los retornos disminuyen. Hoy, los inversionistas más informados miran el Real Estate con una óptica más sofisticada. Como una clase de activo versátil, profunda, llena de oportunidades que van mucho más allá de las paredes que la representan.

En este reportaje, recorreremos ese nuevo mapa inmobiliario. Desde la propiedad tradicional hasta fondos institucionales y estructuras de capital complejas. No para reemplazar lo conocido, sino para complementarlo con una visión más estratégica.


El ladrillo conocido: cuando el control es parte del atractivo

Matías tiene 38 años. Hace cinco compró un departamento en Ñuñoa que arrienda por $580.000 mensuales. Le costó 3.500 UF, y lo adquirió con crédito al 80%. Su dividendo es de $410.000. Después de pagar gastos comunes, contribuciones y administración, le quedan alrededor de $70.000 mensuales de flujo neto. Su rentabilidad sobre el capital invertido (el 20% de pie inicial) bordea el 5% anual.

A simple vista, no parece una gran inversión. Pero Matías lo ve distinto. La propiedad se paga sola, hay plusvalía, y en 20 años, será 100% suya. El problema es que el escenario cambió. Hoy, con tasas hipotecarias cercanas al 5% real, esa misma operación podría arrojar flujo negativo durante varios años. El efecto del costo financiero se ha vuelto el gran filtro.

Matías hizo su inversión cuando las condiciones eran otras. Tasas más bajas, precios más razonables y un mercado más equilibrado. Para él, la rentabilidad ya está en gran parte asegurada. La propiedad se autofinancia, ha subido de valor y, salvo que algo grave ocurra, terminará siendo un activo pagado por completo.

Pero para alguien que quiere invertir hoy, la situación es distinta. Con tasas hipotecarias mucho más altas, es más difícil que el arriendo cubra los costos mensuales. Y si el dividendo supera el arriendo, el inversionista tendrá que poner dinero de su bolsillo todos los meses.

¿Cómo saber si una inversión así vale la pena?

Una buena manera de evaluarlo es hacer una comparación simple. ¿la rentabilidad que esperas obtener supera la tasa de interés del crédito que usarás para financiarla? Si vas a ganar menos de lo que te cuesta endeudarte, la inversión no tiene sentido. Estás corriendo riesgo para quedarte en el mismo lugar, o incluso retroceder.

(Esta comparación entre rentabilidad y tasa de interés es una simplificación. En términos más técnicos, se compara el ROE —retorno sobre tu capital propio— con el WACC, que es el costo promedio ponderado del capital, que considera tanto el costo financiero de lo que tú aportas como del dinero que tomas prestado. Si el retorno es mayor que ese costo total, la inversión crea valor. Si no, lo destruye.)


Real Estate sin ladrillos: el auge de los fondos inmobiliarios

Para quienes buscan diversificación, eficiencia y menos trabajo, los fondos inmobiliarios han ganado terreno. En lugar de tener una propiedad, el inversionista accede a un portafolio de activos: oficinas, centros logísticos, strip centers, incluso hospitales o residencias estudiantiles.

En Chile, este modelo ha crecido a través de fondos regulados por la CMF. Pero a nivel internacional, los grandes referentes son estructuras como los REITs estadounidenses, vehículos que cotizan en bolsa y permiten invertir en real estate con la liquidez de una acción.

¿Qué se evalúa en un fondo?
Más allá del activo subyacente, lo relevante es entender la estrategia. ¿Es un fondo core, que busca ingresos estables? ¿O uno value-add, que apunta a comprar, mejorar y vender con ganancias de capital?
También es clave analizar el NAV (Net Asset Value, en términos simples esto es el valor de la suma de las propiedades que tiene el portafolio menos sus deudas), y su relación con el precio al que se transa. Un descuento persistente puede ser una oportunidad, o una señal de problemas de gestión. Existe momentos en que comprar por los activos por bolsa puede ser mucho más barato que invertir directamente a través del mercado inmobiliario, en esos momentos el valor de descuento contra NAV es muy alto. De manera opuesta, los fondos también pueden transar con premio contra su NAV.


El otro lado de la renta: ser acreedor, no propietario

Una tendencia creciente entre inversionistas sofisticados es participar en estructuras de deuda inmobiliaria. En vez de comprar un activo, financian su adquisición o desarrollo, a cambio de una tasa de interés, usualmente respaldada por garantías reales.

Firmas globales como Oaktree Capital o Brookfield han construido imperios prestando capital a desarrolladores que no califican para créditos bancarios tradicionales. Este tipo de deuda, también llamada “mezzanine” o “deuda puente”, ofrece tasas atractivas, pero también riesgos distintos. El default del prestatario o una ejecución prolongada de la garantía pueden erosionar retornos.

En Chile, este modelo aún es incipiente, pero algunos fondos privados están explorando el formato. Para el inversionista, representa una forma de tener exposición inmobiliaria sin propiedad, con retornos anclados a contratos, no a vacancias.


¿Qué pasa cuando los retornos no compensan el riesgo?

El aumento en las tasas ha encarecido el crédito. Hoy, un proyecto que antes era rentable con una tasa hipotecaria de 3%, necesita más flujo o más plusvalía esperada para justificar la inversión.

Aquí entra en juego una figura poco conocida, pero cada vez más relevante en estructuras institucionales: el capital preferente.

Se trata de inversionistas que aportan capital, pero con derechos prioritarios sobre los flujos del proyecto. A cambio, no participan de las ganancias extraordinarias. Su retorno es fijo, generalmente a una tasa bastante atractiva (alrededor del 10%) y ese se recibe con preferencia del capital común (equity), pero después de pagar los intereses del crédito bancario que financia al proyecto.

Es una solución intermedia entre la deuda pura y el equity. Esta permite al desarrollador financiar el proyecto sin diluirse del todo, y al inversionista, obtener retornos razonables con menor exposición a riesgos extremos.


¿Qué pasa si sube la tasa? Deuda fija y deuda flotante

En un entorno de tasas de interés altas o cambiantes, es crucial entender qué tipo de deuda estás asumiendo al financiar una inversión inmobiliaria.

Deuda fija es cuando la tasa de interés queda pactada desde el inicio y no cambia durante la vida del crédito. Esto da tranquilidad. Sabes cuánto pagarás cada mes, sin sorpresas, y puedes proyectar con mayor certeza el flujo de caja.

Deuda flotante o variable, en cambio, tiene una tasa que se ajusta periódicamente según algún índice de referencia (como la tasa de política monetaria o la tasa Libor). Esto puede significar cuotas más bajas al principio, pero también el riesgo de que los pagos aumenten si las tasas suben.

En general, la deuda fija suele ser más cara al inicio, pero protege contra subidas futuras de las tasas. La deuda flotante puede ser más económica al comienzo, pero implica mayor incertidumbre. Sin embargo, esta podría ser una buena alternativa cuando las tasas son altas y se proyecta que disminuyan.

Por eso, al analizar una inversión inmobiliaria, no basta con mirar solo el valor actual de la cuota. Hay que evaluar la estructura de financiamiento y el riesgo asociado a las tasas.


¿Cómo se analiza una inversión inmobiliaria hoy?

Hay tres preguntas que ningún inversionista debería dejar de hacerse:

1. ¿Qué tan estables son los flujos?

Un contrato triple-net a 10 años con una gran empresa es distinto a arrendarle a estudiantes por Airbnb. La diversificación de arrendatarios y plazos es clave. Un fondo que depende de un solo inquilino grande puede ser tan frágil como un portafolio mal diversificado.

2. ¿Qué pasa si sube la tasa?

En un entorno de tasas altas, el apalancamiento deja de ser amigo y puede transformarse en un enemigo silencioso. La estructura de financiamiento, el tipo de crédito y su vencimiento muchas veces son tan importantes como el activo mismo.

3. ¿Qué me están pagando realmente?

El CAP Rate: Ingreso Operacional Neto / Valor de la Propiedad, es una buena aproximación inicial y permite comparar el retorno de la inversión con otras alternativas de inversión, pero hay que ir más allá. ¿Es sostenible esa renta? ¿Qué pasa si baja la ocupación? ¿Cuál es el costo de mantener el inmueble en estándar?


Invertir con visión, no con nostalgia

El Real Estate sigue siendo una gran clase de activo. Pero pensar que todo se resume a comprar un departamento y arrendarlo como si fuera 2005 es un error. El mundo cambió. Las tasas, los precios, la tecnología y la regulación han hecho que el juego sea más complejo… y más interesante.

Hoy, un inversionista puede construir una estrategia inmobiliaria hecha a su medida. Puede elegir ser dueño, prestamista o socio preferente. Puede diversificar por país, sector, tipo de contrato o etapa del proyecto. Y todo eso, sin necesidad de firmar una escritura ni pagar contribuciones.

Invertir en Real Estate ya no es solo tener una propiedad. Es entender estructuras, riesgos y retornos. Es construir patrimonio con una arquitectura más fina. Y esa es, quizás, la mejor inversión de todas.

Nada de lo escrito aquí constituye asesoría de inversión. Haz tu tarea, duda de los consejos gratuitos y piensa a largo plazo.

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